Todo comunica, lo que dices o haces y lo que no, los gestos, las miradas, las actitudes
Yo iría más allá. Todo comunica, lo que dices y -sobre todo- lo que no dices, lo que hace y -sobre todo- lo que no haces. La comunicación no verbal es fundamental. Puede reforzar los mensajes verbales (o escritos) o puede devaluarlos por contradictorios. La coherencia y la ejemplaridad son elementos fundamentales en la comunicación.
Todos recordamos casos de líderes o mandos intermedios (el gran Juan José Almagro los definió magistralmente como «jefes, jefazos y jefecillos») que dicen una cosa y hacen otra.
Son casos que siempre nos habrá contado algún colega porque como suele suceder, eso a nosotros no nos pasa, les pasa a los demás. El caso es que todos sabemos de jefes que nos piden colaboración pero luego no comparten información, o jefes que piden creatividad pero censuran los errores, o que piden trabajo en equipo pero luego son los primeros en apuntarse los tantos. En fin, la casuística es grande.
Si la empresa (concepto genérico en el que cabe todo tipo de jefes y asimilados) te ofrece un curso de formación, te sube el sueldo o te facilita la conciliación, te está lanzando mensajes positivos que te van a llegar. Si congela salarios y promociones y te pone trabas para conciliar también te está lanzando mensajes y también te llegan.
De lo dicho se desprende la importancia de hacer más que de decir. Hechos son amores y no buenas razones, dice el refranero. Si quieres implicar a las personas no les digas que quieres hacer, ¡hazlo! Convócales a reuniones, pídeles opinión, destaca los puntos positivos sobre los negativos, dales su cuota de protagonismo. Si quieres su colaboración colabora con ellos, comparte sus preocupaciones y sus esfuerzos, ofrécete a ayudar. Si quieres su compromiso comprométete con ellos, lucha por sus intereses, implícate en sus proyectos, interésate por sus preocupaciones profesionales o personales.
Recientemente Mahou San Miguel ha presentado su nueva estrategia de Employer Branding que lleva como lema «Sed de Avanzar». Por cierto, un slogan muy afortunado. La empresa ya lleva años trabajando en ser un empleador de referencia y en incrementar la calidad del empleo. Ahora dan otra vuelta de tuerca. Jesús Domingo, Director de Recursos Humanos, asegura que «la mejor forma de retener a los mejores es ser únicos, sostenibles, humanos y comprometidos por el crecimiento de las personas». No podemos estar más de acuerdo. Ahora que la digitalización es un hecho y que la comunicación interna se asienta con firmeza, el reto está en despertar la confianza a distancia, gestionar a las personas de forma «invisible», pero llegando a lo más íntimo de cada ser humano.
Como se puede ver todo lo dicho incide sobre las actitudes y los atributos personales de jefes y mandos de todo tipo. Y para lograrlo no hace falta tener grandes dotes dialécticas, contar con recursos verbales o lanzar grandes discursos. Lo único que hace falta es ser consecuente entre lo que se dice o piensa y lo que se hace, ser ejemplar en los comportamientos para que sirvan de modelo y referencia, empatizar con los demás y darles la importancia que tienen en el engranaje de la organización que suele ser mucha.
En suma, no hay que ser un gran comunicador. O, mejor dicho, sí hay que ser un gran comunicador, una persona capaz de manejar los tiempos, los silencios y las palabras adecuadas en el momento oportuno. Una palmada en la espalda o una simple sonrisa pueden ser argumentos más que suficientes para trasladar mensajes emocionales más potentes que muchos discursos bien construidos.
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